La compañía Titzina Teatro, que forman Diego Lorca y Pako Merino, encara su última semana en el Teatro de La Abadía con su espectáculo Búho, una particular indagación en la pérdida de memoria y la identidad a partir de un personaje que queda amnésico tras sufrir un ictus. La obra se despedirá del público madrileño el próximo 22 de octubre.
En sus dos semanas en La Abadía, la crítica madrileña ya se ha hecho eco de la última creación de la compañía catalana. La revista de artes escénicas Artezblai destacó en este trabajo de Titzina, su capacidad para aunar «trabajo concienzudo», su escritura y un «don especial de ser reconocibles por sus formas y estéticas». El crítico de Nueva Tribuna Carlos Valadés, por su parte, habla de Búho como «una puesta en escena impresionante en lo escenográfico, con recursos visuales de impacto, impecable en lo estético».
La compañía, que ha hecho de la indagación en la realidad la base de su trabajo, ha imaginado la historia de un antropólogo forense especializado en yacimientos paleolíticos al que un ictus le provoca una amnesia severa. Ante ello, aborda, como en sus investigaciones, un proceso de búsqueda interior por su memoria para recuperar sus recuerdos, en definitiva, su identidad.
Como en todos sus montajes, el proceso de trabajo fue minucioso hasta que los dos componentes de Titzina dieron con la idea de lo que querían llevar a la escena.
Partieron en el 2020 de la noticia de un director de orquesta que, afectado por la amnesia, no podía recordar nada más allá de siete segundos. Pensaron en el subsuelo como lugar oscuro, como la memoria del director de orquesta, y recurrieron a la experiencia de recorrer el mundo subterráneo de Madrid y Barcelona. De ahí pasaron a las cuevas prehistóricas de Cantabria. Buscaron información sobre subterráneos, túneles, cloacas, cuevas, catacumbas, ciudades subterráneas ancestrales…
En todo este proceso, los acompañaron espeleólogos, antropólogos forenses especializados en arte rupestre, mossos d’esquadra de la unidad del subsuelo, exploradores urbanos ilegales, neuropsicólogos y pacientes del instituto Guttman para rehabilitación de la memoria. De los conocimientos que les transmitieron y de la experiencia que vivieron los dos creadores surgió este proyecto teatral.