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Francesco Carril y Fernando Delgado-Hierro dirigen y protagonizan El mal de la montaña, de Santiago Loza, en el Teatro Español | DMadrid Francesco Carril y Fernando Delgado-Hierro dirigen y protagonizan El mal de la montaña, de Santiago Loza, en el Teatro Español

Francesco Carril y Fernando Delgado-Hierro dirigen y protagonizan El mal de la montaña, de Santiago Loza, en el Teatro Español

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La Sala Margarita Xirgu del Teatro Español, espacio del Área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid, presenta el 10 de febrero el estreno absoluto de El mal de la montaña, obra de Santiago Loza (He nacido para verte sonreír, Matar cansa) codirigida por Fernando Delgado-Hierro —recientemente galardonado con el Premio Max 2021 a mejor autoría revelación por Los remedios— y Francesco Carril. El espectáculo, que estará en cartel hasta el 3 de abril, es el relato cruzado de cuatro jóvenes que se buscan anhelando consuelo tras un duelo amoroso, y está protagonizado por los propios Carril y Delgado-Hierro junto a Ángela Boix y Luis Sorolla.

El mal de la montaña comienza con la angustia de Manu (Francesco Carril), que narra a su amigo Tino (Fernando Delgado-Hierro) el episodio de su ruptura con Pamela (Ángela Boix). Una ruptura que estaba resultando modélica hasta la irrupción de un mendigo orinando en la acera de enfrente. Lo que atormenta a Manu no es la ruptura en sí, es la aparición de algo que se escapa al marco de su relato, que lo vuelve vulgar, algo que deshace la imagen perfecta de una ruptura que estaba saliendo de una redondez novelesca. Lo que perturba a Manu es que el mendigo haya podido quedar en la retina de Pamela. Lo mismo ocurre con los relatos de los demás personajes: la obsesión de Pamela con que su exnovio no soportara su nombre; la narración de Tino de una relación fallida en la que tuvo que ocultar su ausencia total de deseo; o la agresividad de Ramo (Luis Sorolla) hacia aquellos a los que considera una amenaza: los otros, los pobres.

Los cuatro personajes de El mal de la montaña desean profundamente tener el control de la realidad a través de sus propios relatos. Es la realidad la que debe acomodarse al relato y no al contrario. Algo parecido a lo que ocurre en las redes sociales, en las que los individuos toman la posición de relatores de sus propias vivencias en un marco virtual en el que solo cabe aquello que es válido al filtro de su discurso (el mendigo orinando queda fuera de la foto de Instagram). Estos cuatro personajes ensimismados se reúnen en un lugar indeterminado que pudo ser algo en el pasado —el texto de Loza no tiene ninguna indicación ni acotación, ni espacial ni referente a ningún personaje—, quizá ahora venido a menos, donde ellos se sienten protegidos, seguros, y desde el que hacen gala de esa honestidad que solo tienen los que no se plantean si hacen daño ni se preocupan de las consecuencias que pueden provocar sus palabras en los demás. De ese intercambio surge un retrato crudo de nuestros días, de nosotros, de la parte más oscura de nuestra cotidianeidad y de toda una generación.

Tras conocer el trabajo de Santiago Loza en He nacido para verte sonreír, Francesco Carril y Fernando Delgado-Hierro quedaron atrapados por la crudeza, el humor negro y la poética tan particular que el escritor argentino, uno de los autores más interesantes de la nueva dramaturgia contemporánea, destila en El mal de la montaña, con un estilo oscuro y lúcido a la vez. “Nos pareció que hablaba muy bien de una sensación que reconocemos a nuestro alrededor, de esa especie de ceguera con la que hoy en día arrojamos nuestra intimidad a los demás, sin importarnos si están preparados para recibirla o qué efecto tendrá en ellos”, explica el actor y codirector Fernando Delgado-Hierro. Y continúa: “El mal de la montaña es una fiesta de la pérdida, una pieza llena de humor punzante que pone al descubierto nuestro lado más patético y miserable, nuestro narcisismo, nuestra ansiedad y nuestro carácter obsesivo. Especialmente cuando todo esto aflora con fuerza tras las rupturas y el duelo amoroso”.

“Esta es una pieza que habla del duelo, de cómo nos enfrentamos a él y cómo los fantasmas de los que ya no están se quedan con nosotros hasta que aprendemos a bailar con ellos”, apunta Francesco Carril, actor y codirector de El mal de la montaña. “Lo interesante es ver cómo cada uno vive el duelo de manera distinta, cómo se enfrentan a esa ausencia. Manu está obsesionado con las imágenes, con lo sensorial; Tino con el deseo; Ramo con ser mirado, con que se le vea; y Pamela con ser nombrada. Pero a la vez, cuando lees el texto, entiendes perfectamente que podrían ser cuatro voces de una misma cabeza”.

A través de la disección de sus cuatro personajes, El mal de la montaña funciona también como el retrato involuntario y mordaz de una generación marcada por la ansiedad y la exposición de su intimidad. “Los personajes son obsesivos. Les preocupa la imagen que proyectan, su falta de deseo, ser vistos y tenidos en cuenta, les preocupa el lugar que ocupan en el mundo y temen perderlo todo y acabar en una mendicidad absoluta: sentimental, laboral, social… Y todo eso, curiosamente, les hace ser muy divertidos”, dice Delgado-Hierro. “A mí me gusta ver en este texto el lado más humorístico y patético del ser humano que atraviesa un duelo”, remata Carril.

El mal de la montaña es una producción de Teatro Español y Buxman Producciones, con texto de Santiago Loza, dirección de Francesco Carril y Fernando Delgado-Hierro, interpretada por Ángela Boix, Francesco Carril, Fernando Delgado-Hierro y Luis Sorolla, con diseño de iluminación de Paloma Parra, diseño de espacio escénico y vestuario de Paola de Diego y diseño de sonido de Sandra Vicente.

La función de Teatro Accesible de El mal de la montaña tendrá lugar el viernes 18 de febrero.

Este espectáculo está sujeto a JOBO, Joven Bono Cultural, para jóvenes entre 16 y 26 años.

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