Más de noventa años después de que se rodase, Filmoteca Española recupera el color original de la primera versión de Pontevedra, cuna de Colón (1927), un cortometraje documental del fotógrafo, cineasta e investigador cinematográfico Enrique Barreiro. Se trata de la primera película rodada en color en España gracias a un sistema experimental patentado por el propio Barreiro en 1925: el Cromacolor. Así pues, y tal y como destaca Marián del Egido, directora del Centro de Conservación y Restauración de Filmoteca Española (C.C.R.), la importancia de este título estriba en que «responde a las innovaciones introducidas para la obtención de cine en color por Enrique Barreiro, y esa posibilidad de disfrutar del color no se había conseguido hasta el momento en España».
Esta recuperación ha sido posible gracias a la colaboración entre Filmoteca Española y el Centro Galego de Artes da Imaxe-Filmoteca de Galicia, y forma parte de un proyecto en el que se pretende abordar de forma conjunta los materiales que componen la colección de Barreiro, depositada por la familia del cineasta en la entidad gallega.
El trabajo de recuperación del color
Si bien la presencia de color no es extraña en materiales antiguos, lo habitual era que, salvo en los casos en los que eran pintadas a mano, las secuencias se tiñesen enteras de un mismo color. La excepcionalidad de Pontevedra, cuna de Colón, radica precisamente en el sistema empleado.
El sistema Cromacolor consistía en un filtro rotatorio que consta de una parte de color rojo anaranjado con una franja carmín violeta y otra parte amarillo-verde con una franja azul. Se iba capturando la respuesta a estos colores en el negativo en fotogramas alternos, primero al pasar la imagen por el filtro rojizo y, en el siguiente fotograma, al pasar por el filtro verdoso. Posteriormente, una vez revelada la película, se teñían los fotogramas alternativamente de un color carmín o rojo y de color verde con matices azules, de modo que, al proyectarlos a gran velocidad, la persistencia de la retina se encargaba de realizar la mezcla y ver la imagen en color.
Al revisar el material conservado en Filmoteca Española, se comprobó que los colores aparecían degradados debido al paso del tiempo: el rojo o carmín era prácticamente inexistente y el verde azulado había perdido intensidad. Cuando se llevó a cabo la digitalización se restituyeron los colores mencionados fotograma a fotograma, pero al proyectar la cinta no se producía la mezcla de colores. El sistema, tal y como explicaba Barreiro en sus patentes, no arrojaba los resultados deseados.
No obstante, como la información del color sí estaba disponible en los fotogramas, se podía recrear el color empleando otra estrategia: superponer manualmente cada pareja de fotogramas una vez restablecido el color rojo y verde azulado, consiguiendo así la mezcla deseada y la consiguiente aparición de las imágenes polícromas. «Una vez resuelto el problema de la obtención del color, su recuperación en la totalidad del metraje ha sido un proceso laborioso, ya que se han tenido que tratar individualmente en mayor o menor medida 20.000 de los 33.000 fotogramas que componen la película. Aunque las herramientas han sido digitales, el proceso aún tiene buena parte de trabajo artesanal», señala Javier Rellán, la persona responsable de llevar a cabo el proyecto.
Más allá del proceso de recuperación, Marián del Egido destaca la investigación previa abordada para lograr el efecto deseado: «para recuperar el color original de la película ha sido necesario investigar sobre los avances científicos en óptica en los años precedentes, encontrar el modo en que Barreiro trasladó a sus patentes un método propio de cine en color y recuperar lo más fielmente posible la película con ayuda de los procedimientos actuales de tratamiento de imagen digital». A lo que Javier Rellán añade: «aunque la técnica empleada para mezclar los colores es distinta, el resultado final es en teoría equivalente. Esta fue la mayor dificultad: el cambio de estrategia y conseguir las tonalidades adecuadas».