La Sala Alcalá 31 presenta la exposición «Ejercicio temporal» [1964-2020], un recorrido por la obra del madrileño José Luis Alexanco a través de siete capítulos, en los que se recorre la trayectoria de este artista, imbuida de una investigación permanente y un universo en constante tensión.
La muestra, comisariada por Alfonso de la Torre, es un reflejo de la concepción de Alexanco sobre el movimiento, lugar de origen de sus búsquedas y término que él mismo definió como “alteración, inquietud, conmoción”. Está estructurada en torno a siete capítulos, que evolucionan de manera cronológica para descubrir la constante evolución e investigación de este artista: Movimientos, 1964-1969; Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid-Seminario Generación Automática de Formas Plásticas, 1968-1973 [Infinitud y procesos]; Soledad Interrumpida [ Y sonora ], 1971-1980; Ejercicios, 1970-2019 [A la búsqueda de nuevos signos]; Décimos, 1998-2018 [Otra vez el tiempo]; Constitución, 1978 [Alfabeto Alexanco: el imperio de los signos] y Lecturas al azar, 1977-2019 [Destruir-construir]. El recorrido expositivo confluye en la obra audiovisual en la que ha trabajado durante años y que considera una síntesis de su ser como artista: la pieza fílmica y sonora “Percursum” (1964-2020), con música de José Tejera Osuna.
José Luis Alexanco (Madrid, 1942) es un artista poliédrico y muy personal, con una obra muy difícil de clasificar. Se aúnan en él la soledad de la creación con un carácter “activista”, como demuestran su papel esencial en los “Encuentros” de Pamplona (1972), las realizaciones fílmicas o la creación mostrada en “Soledad Interrumpida” (1971-1980), o bien en presencias públicas como su dedicación a la Edición Príncipe de la Constitución Española (1978).
Desde sus inicios, en los años 60, su obra se aleja de todo el arte español del momento, reaccionando contra todo lo vigente: figuración en tentativa de disolución, preocupación por la narración de una nueva dimensión espacio-temporal y una serie de obras abiertas al mismo pintor. Su aspecto de rara avis dentro del panorama artístico se acentuó por su trabajo en el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid (1968-1973) donde tentó la realización de esculturas de metacrilato con un aire blando, generadas desde la investigación por ordenador.