La Audiencia Provincial de Madrid también lo condenó, entre otros delitos, por pornografía infantil y descubrimiento y revelación de secretos. El condenado, un ingeniero de 59 años con conocimientos de informática, ocultando su edad y usando un lenguaje propio de los adolescentes, según los hechos probados, se metía en canales usados por menores, con fines sexuales.
Bajo la identidad de Malochico17, contactó en fechas distintas con dos menores de 12 años de edad a quienes pidió que le enviaran grabaciones de ellas desnudas en posturas sexuales. Posteriormente, cuando tenían 13 años, un dato conocido por el acusado, mantuvo relaciones sexuales completas con ellas en hoteles. En ambos casos, las esperaba en la habitación con la luz apagada para que no descubrieran su edad y su fisonomía, aunque finalmente las niñas se dieron cuenta del engaño. Cuando una de las menores intentó acabar con la relación, el condenado envió las grabaciones de vídeo en las que aparecía manteniendo relaciones con el acusado -omitiendo las escenas en las que a él se le veía la cara- a los padres y a sus amigas. El condenado, que consiguió manejar las cuentas de las chicas, guardaba en dos discos duros archivos históricos de más de 1.000 conversaciones privadas en canales para menores. La sentencia del Tribunal Supremo explica que la condena se basa en un bagaje probatorio muy amplio en el que no ocupa un papel secundario la propia aceptación de gran parte de los hechos por el recurrente aunque trate de eludir su responsabilidad intentando cuestionar la existencia de prevalimiento o de engaño.